Una fábrica microscópica
La levadura es una verdadera fábrica pequeña con la capacidad de transformar los azúcares de las plantas en carburante. La magia se opera durante un proceso anaeróbico (ausencia de aire) llamado fermentación. Bajo la acción de las enzimas de la levadura, los azúcares (particularmente la glucosa) contenidos en la celulosa o el almidón se transforman en etanol.
Los retos de la investigación
El objetivo de este proyecto es producir etanol de segunda generación a escala industrial. Los biocarburantes de primera generación se obtenían a partir de elementos naturales de origen alimentario, las plantas amiláceas (semillas, cereales, patatas, mandioca, …) y las plantas azucareras (remolacha, caña de azúcar). Los de la segunda generación se obtendrán a partir de recursos más diversificados, para ir a buscar la celulosa presente en las fibras vegetales que no están destinadas a la alimentación humana, como es la madera, las partes no comestibles de las plantas (tallos, hojas…) o incluso residuos de origen vegetal.
El reto actual de la investigación es doble: aumentar la resistencia de la levadura al alcohol y lograr aumentar la capacidad de asimilación de la levadura a otros tipos de azúcares distintas de la glucosa, como son las pentosas. Estas pentosas están presentes en las fibras vegetales hasta en un 30% (para un 70% de glucosa).
Enfrentar este reto permitirá, en el marco de desarrollo sostenible, ampliar las fuentes disponibles de energías renovables. Podremos entonces proponer una alternativa más importante que las energías fósiles, particularmente en el sector transporte, y reducir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero.